lunes, 2 de junio de 2008

Ataques de pánico: Un mal de nuestros tiempos

“Había sido un día agotador, pero por fin estaba en mi casa. De repente mi corazón daba un golpe en mi pecho, y todo volvió a empezar: las palpitaciones, mi cabeza que daba vueltas, sentía que me desmayaba y no podía hacer nada. Y lo peor, la sensación de ahogo, me asfixiaba. En unos segundos me sentí morir; era un infarto, estaba seguro…”comentó Ricardo Basán.
Los ataques de pánico o panic attack, como se lo denomina internacionalmente, parecen cada vez mas frecuentes en el mundo moderno. Sin embargo, probablemente son tan antiguos como el ser humano, ya que en realidad un ataque de pánico es la forma que tiene el cuerpo de detectar y prepararse para huir o luchar ante un peligro inminente. El trastorno de pánico se ha definido como el miedo al miedo. La esencia de este trastorno es que el paciente teme que los síntomas inofensivos sean la señal de un peligro real.
El ataque de pánico o crisis de ansiedad, es una reacción de profundo miedo sin causa aparente, que dura apenas algunos minutos, motivo por el cual es difícil de diagnosticar.
Según el área de salud mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS), estas crisis afectan al 5% de los adultos entre18 y 40 años, siendo las mujeres más propensas a sufrir estos episodios.
Se estima también que una de cada 20 personas sufrirá en algún momento de su vida un panic attack. Pero en muchos casos la frecuencia se vuelve patológica y los ataques reaparecen desde 3 a 4 veces al año, hasta 3 o 4 veces al día.
De acuerdo con una teoría existente sobre trastornos causados por pánico, el “sistema de alarma” normal del cuerpo, es decir, el conjunto de mecanismos mentales y físicos que le permiten a una persona hacer frente a una amenaza, entra en acción sin que sea necesario, o sea, cuando no hay peligro.
Por lo general estos trastornos comienzan con la adolescencia, pero en algunas personas los síntomas se presentan mucho mas tarde, imprevistamente sin causa alguna aparente. Estos pueden incluir dificultades para respirar, palpitaciones, dolores de pecho, mareos, nauseas, escalofríos o por el contrario sensación de sofoco.
Estas alteraciones van acompañadas al miedo a no poder controlar una situación, vergüenza, entre otras. En esta situación la persona experimenta una de las sensaciones más penosas de la vida: el miedo o sensación de muerte.
Los científicos dedicados a esta clase de estudios no han podido saber exactamente como sucede o por qué algunas personas son más susceptibles que otras a este problema, pero se ha llegado a determinar que el trastorno causado por pánico se extiende en la familia, lo que puede sugerir que es congénito, o sea que los genes juegan un papel muy decisivo a la hora de determinar quien lo va a heredar.
Sin embargo algunas personas sin antecedentes familiares de este mal llegan a sufrirlo, por lo tanto se recomienda evitar los estimulantes como cafeína, drogas y el consumo de alcohol, ya que estas sustancias pueden inducir o empeorar los síntomas.
Este trastorno causado por pánico suele prolongarse por años, aunque también puede durar unos pocos meses y luego desaparecer. Es posible que se presente cierta mejoría ocasional, pero por lo general no desaparece a menos que la persona reciba los tratamientos adecuados, que consisten generalmente en una combinación de psicoterapia y medicamentos que da buenos resultados en un lapso más o menos corto de tiempo.
Por el contrario, es frecuente que las personas que padecen de trastorno de pánico desarrollen, si no son tratados a tiempo y adecuadamente, cuadros de tipo depresivos, fobias múltiples o abuso de sustancias (alcohol o drogas).
Lo más importante a tener en cuenta es que aunque no se sabe exactamente cual es el detonador inicial que desencadena tal respuesta, lo cierto es que el peligro que nuestro cerebro esta percibiendo no es real. Es decir, no existe realmente una amenaza ahí afuera, y en realidad estamos a salvo.

Gisella Filas

domingo, 25 de mayo de 2008

Piñas van piñas vienen… las “chicas” se entretienen

Las peleas entre adolescentes no son novedad. La necesidad de identificación con el grupo de pertenencia ha llevado, históricamente, al enfrentamiento entre estos.
En la actualidad, esta situación ha subido de tono notablemente y permite observar premeditación, ensañamiento y uso de armas. Lo que antes terminaba en piñas y ojos morados, hoy puede conducir a la muerte.
Las peleas tienen lugar a cualquier hora, en cualquier sitio y por razones disímiles. Pero esta situación se hace cada vez mas alarmante al ver el enorme crecimiento de peleas entre chicas.
Hace unos años estas solían solucionar sus diferencias con la palabra, a lo sumo con algún insulto o un tirón de pelo. Las peleas callejeras eran patrimonio exclusivo de los varones. Hasta ahora.
Culturalmente, la mujer se caracterizaba por ser conciliadora, no agresiva, dulce y tierna; los varones eran los que solucionaban las cosas en la vereda, a los puños.
Hoy, la situación cambió totalmente y se debe, en gran medida, a que la palabra se ha perdido como poder para resolver diferencias, y cuando no hay palabras, por el contrario, hay acciones violentas.
Las adolescentes están cada vez mas convencidas de que estas no sirven para nada; lo que si sirve es la ley de “la” más fuerte. ¿Quién es la más fuerte? La que más pega.
En consecuencia, este aumento de violencia adolescente no para y parece que ya no hay diferencias entre lo masculino y femenino. Se podría decir que hay una especie de democratización; hoy la violencia toma a todos por igual.
Pero ¿Qué está sucediendo en esta sociedad, que la violencia ya no distingue géneros ni edades? ¿Acaso conflictos a nivel social e individual sólo pueden resolverse mediante estos métodos?
Evidentemente las adolescentes están “confundidas” en esta búsqueda de la integración de la mujer como persona para encontrar la igualdad de derechos en esta sociedad machista, y terminan imitando el modelo masculino, que muchas veces no es el mejor o el más adecuado, sólo porque no tienen uno propio.
La mayoría de los actos violentos ocurren a la salida de los colegios, espacio donde los chicos no sólo deberían aprender a leer y a escribir. Pero en la escuela también falta la palabra; existen muchas problemáticas que se niegan y se evitan poner sobre la mesa para su debate.
Por lo tanto, debemos insistir una y otra vez en que la violencia no lleva a nada, que el respeto al prójimo es la base de una sociedad, que la escuela también debe hacerse cargo de esta situación, y por sobre todo, hay que trasmitir el sentido de la responsabilidad y conciencia en nuestros jóvenes.
Lamentablemente hoy, ya no hay respeto por nada ni por nadie. La violencia llegó. Habrá que hacer todo lo posible para que no se quede.
Gisella Filas

jueves, 22 de mayo de 2008

Lamentable, Doloroso… Real


“Se necesitan chicas simpáticas mayores de 21 años p/ Bar Nocturno en Córdoba. Damos aloj., comida y pasaje. Sueldo mínimo $4.000. Tel (…)…”
Los anuncios están destinados a "señoritas" jóvenes, con buena presencia y simpáticas. No importa si carecen de estudios o experiencia. Sólo importa que sean "ambiciosas". Se promete "poco trabajo", "buen trato", horarios "a convenir" y salarios de más de dos mil pesos
Parece un sueño para miles de adolescentes, jóvenes pobres y sin empleo en La Argentina. Pero el anuncio es la puerta a una pesadilla: la trata de personas.
El secuestro de mujeres para ser prostituidas es un delito aberrante que tiene un duro impacto en nuestro país desde hace muchos años.
Menores de edad que desaparecen, en otros casos, mujeres mayores, pero siempre la misma modalidad: por engaño, ofertas de trabajo o directamente por la fuerza. ¿El fin?, también es lamentable: terminan encerrándolas y forzándolas a prostituirse.
El secuestro y el comercio de mujeres es el trabajo de grandes bandas muy bien organizadas, que en general actúan en distintas provincias y que hasta llegan a estar en contacto con países del exterior.
No debe olvidarse que este inhumano y atroz negocio es el más redituable del mundo, detrás del tráfico de drogas y el de armas, en el que participan directa o indirectamente medio millón de personas.
Nuestro país hasta hace unos días atrás carecía de herramientas legales apropiadas para enfrentar esta realidad, pero finalmente se asumió el compromiso de sancionar una ley específica sobre trata de personas.
Esta apunta a combatir las redes de prostitución, que reclutan chicas de bajos recursos y las engañan para luego hacerlas trabajar bajo presión, quitándoles entre otras cosas, el derecho a la identidad, y en algunos casos, incluso la vida.
Pero como siempre en nuestro “maravilloso” país, y por desgracia, la nueva ley genera polémica ya que aseguran que será dificultoso hacer efectivas las condenas que están establecidas en ella por el miedo de las víctimas a declarar.
Por más triste que parezca, la trata de mujeres ha crecido en La Argentina de manera sostenida de la mano de aquellos que supuestamente están para “cuidarnos”; justamente de la conspiración policial y política.
Por lo tanto resultará aun mas complejo cumplirla con tantas fuerzas policiales y sistemas de control afectados por la corrupción, ya que las mafias que concretan estos delitos suelen actuar con total y absoluta impunidad, pasar de una jurisdicción a otra, e incluso caminar a nuestro lado en la calle.
¡Ya es hora de comenzar a trabajar!, pero ojo, sin que esto signifique ponerse a militar valientemente cualquier sitio, sino comenzar por lo más simple: no ser cómplices silenciosos de esta situación.
Y lo digo porque es indignante y hasta doloroso ver como esas niñas, esas mujeres, desaparecen con la mirada de una infinita red de complicidades que empieza por el vecino/a o aquel que vio cuando la levantaron y se la llevaron.
Ante toda esta situación, evidentemente, era de suma importancia y urgencia tener de respaldo un marco legal adecuado. Hoy, por fin y después de tanto tiempo, y por desgracia, de tantas chicas capturadas, decidieron en nuestro país ponerse a trabajar sobre lo que realmente importa y alarma.
Lo que resta por el momento, es dejar las palabras de lado y pasar a los hechos; que el estado comience a tomar medidas implementando todas la herramientas que ahora posee en el terreno legal, brindando el apoyo para prevenir y combatir este delito.
Para ello es necesario contar con funcionarios judiciales, policiales y municipales competentes y, por sobre todas las cosas, y si no es mucho pedir, honestos. De lo contrario, la trata seguirá creciendo, y las redes del crimen organizado, fortaleciéndose.
Gisella Filas

sábado, 10 de mayo de 2008

La pelea interna entre el periodista y la persona (Opinión de Jorge Lanata... muy bueno)

El periodismo parece haber terminado en esta íntima discusión. En la millonaria rebeldía de Pergolini y en la actitud de Crudo.

Muchos de nosotros mantenemos, en este trabajo, una antigua pelea interna: la que enfrenta al periodista y a la persona. Escuchar durante horas a un funcionario de teflón mintiéndote en la cara hace que la persona pugne por salir y arrase la objetividad políticamente correcta del periodista que escucha y repregunta. Pocos tenemos, en este trabajo, la libertad para que esa pelea se haga pública y trascienda:—¡Mirá lo que le dijo!— se entusiasma el público cuando el periodista se transforma en persona, esto es, cuando muestra que siente como tal y no como un alga acorralada por la forma.Alguna vez, en la televisión, insulté a un concejal que le robaba planes de asistencia a los abuelitos, otra eché del estudio a un ministro de Economía provincial y varias pude darme el gusto de decirle a alguna cara de teflón: “Basta, no me mienta. No me tome por idiota, por favor, aunque sea respéteme.”Algo así debe haber sentido el otro día Antonio Crudo, periodista de Radio Rivadavia, cuando interrumpió el discurso de Cristina K. La presidenta hablaba del “inexistente” aumento de las cuotas escolares cuando a Crudo se le escapó:—¡Presidenta! ¡A mí la cuota de mi hija me subió más del treinta por ciento!No había nada que discutir: la verdad que Crudo revelaba hacía honor a su apellido; antes pagaba 170 pesos y ahora 228. Personal de seguridad lo sacó del Salón Azul y luego trascendió que desde la Secretaría de Medios llamaron a Radio Rivadavia para pedir que no lo despidieran, como si esa actitud hubiera sido la lógica: despedirlo porque se transformó en persona. Para Cristina, según la Nación, el hecho “agravió su investidura”. La presidenta no se sintió agraviada algunos días antes del hecho de marras cuando un tal Gonzalito, movilero del programa “periodístico” CQC, le preguntó si había tenido relaciones con el presidente de Francia.—¿Y? ¿Pasó algo con Sarkozy en privado?— le guiñó Gonzalito a Cristina, el 15 de abril, en un acto en Bernal.Tampoco el popular Gonzalito se sintió agraviado cuando, hace algún tiempo, con medio cuerpo dentro del coche presidencial entrevistaba al entonces presidente Kirchner, y Néstor, tomándolo de la nuca, lo agachó hacia su regazo como si lo obligara a practicarle sexo oral. Una gran escena a la que Cristina asistió con cara desencajada. Una cosa es la rebelión pautada y otra convertirse en persona sin libreto.Frente a las palabras de Crudo, algún setentista nostálgico recordó un hecho que superficialmente parecería similar: el de la periodista Ana Guzzetti, cuando en febrero de 1974, durante una conferencia de prensa, le preguntó a Perón:—Cuando usted tuvo la primera conferencia de prensa con nosotros yo le pregunté qué medidas iba a tomar el gobierno para parar la escalada de atentados fascistas que sufrían los militantes populares. A partir de los hechos de Azul, conocidos por todos, y después de su mensaje llamando a defender al gobierno, esa escalada fascista se ha ampliado mucho más. En dos semanas hubo exactamente veinticinco unidades básicas voladas, que no pertenecen precisamente a la ultraizquierda, hubo doce militantes muertos y ayer se descubrió el asesinato de un fotógrafo. Evidentemente, todo esto está realizado por grupos parapoliciales de ultraderecha....—¿Usted se hace responsable de lo que dice?— le preguntó Perón, fuera de sí.—Eso de los parapoliciales lo tiene que probar.— Y, dirigiéndose al edecán aeronáutico, le ordenó: “¡Tomen los datos necesarios para que el Ministerio de Justicia inicie una causa contra esta señorita!” Ana Guzzetti fue detenida en el lugar y luego torturada. Perón, días después, cerró por decreto el diario El Mundo, financiado por el PRT.Treinta y cuatro años después, las tres preguntas trazan una metáfora de la Argentina: Ana Guzzetti sobre la Triple A, Crudo sobre las cuotas escolares y Gonzalito sobre las costumbres sexuales. En esto parece haber terminado parte del periodismo argentino: en la íntima discusión entre ser periodista o persona, en la millonaria rebeldía de Pergolini y en la curiosa actitud de una presidenta que considera insulto una pregunta sobre la escuela y se ríe, cómplice, con otra sobre la cama.

domingo, 27 de abril de 2008

Síndrome de Estocolmo: relaciones extrañas entre víctimas y victimarios (Caso Ariel Perretta)

“Hice una amistad con una persona que odiaba. Yo se lo dije. ‘Flaco te digo la verdad yo con vos tengo una amistad pero te tengo toda la bronca del mundo’”, relató indignado y compungido Ariel Perretta
¿Porqué una persona que ha sido privada de su libertad tiene un sentimiento de afinidad a sus secuestradores?
Pudiera parecer algo contradictorio que alguien que ha sido secuestrado sienta comprensión y simpatía hacia sus captores, pero después de varios años de estudios, muchos psicólogos llegaron a la conclusión de que el síndrome de Estocolmo, es una respuesta emocional que puede manifestar el secuestrado a raíz de la vulnerabilidad y extrema indefensión que produce el cautiverio.
Hay quienes temen que este síndrome sea una enfermedad que se manifiesta en la mayoría de las personas que pasan por un secuestro, lo que irremediablemente genera una gran preocupación en las víctimas y familiares después de la liberación.
Sin embargo, no se trata de un padecimiento, sino sólo de una confusión emocional, pues cuando la víctima es amenazada de muerte por el agresor y éste no ejecuta la acción, el secuestrado experimenta una especie de gratitud, y al mismo tiempo, miedo, sentimientos que le impiden guardar rencor hacia el delincuente.
Se trata de un proceso sobre el cual la víctima no tiene conciencia, es por eso que siente y cree que la actitud del secuestrador es razonable, lo cual de alguna manera le ayuda a no sentir la amenaza de la situación que experimenta.
Por otro lado, hay especialistas en salud mental que afirman que el Síndrome de Estocolmo no solamente se presenta en aquellos que han sido secuestrados.
Establecen que hay personas que por alguna razón son incapaces de huir del sometimiento psicológico por parte de un "captor", que bien puede ser alguno de los padres, esposo o novio.
El ejemplo más típico y predominante de este tipo de problemática es el de muchas mujeres maltratadas por sus parejas, para quienes resulta imposible terminar la relación.
Por increíble que parezca, en estas dos situaciones, se comparte la reacción paradójica de desarrollar un fuerte vínculo de afecto hacia los agresores, e incluso, en situaciones extremas, ayudar a los captores a alcanzar sus fines.
Pero, sea cual sea la causa del Síndrome de Estocolmo, las consecuencias son muy similares.
Muchas personas empiezan a padecer pánico o agorafobia, por miedo a que el episodio se repita, por tanto en los casos de secuestro como en los de violencia doméstica, las víctimas deben someterse a un tratamiento psicológico para poder recuperar su independencia mental, vivir tranquilamente y evitar que los efectos postraumáticos se prolonguen en el tiempo y el patrón del vínculo se repita en situaciones futuras.
“Una situación límite, lleva a cualquier ser humano a recurrir a impensadas formas de preservar su vida: desarrollar lazos de afecto con aquel que lo amenaza, es una de ellas”.-
Gisella Filas

miércoles, 23 de abril de 2008

Niños con Problemas: Síndrome de Atención Dispersa

El Síndrome o Trastorno por Déficit de Atención (TDA), es un problema que se presenta en las personas desde los primeros años de vida y puede durar incluso hasta la adultéz.
Se caracteriza por una dificultad o incapacidad para mantener la atención voluntaria frente a determinadas actividades, ya sea en el ámbito académico como en lo cotidiano.
Si bien hasta el día de hoy las causas no se conocen con claridad, son muy variadas las teorías que tratan de explicarlas.
Los científicos dedicados a ésta clase de estudios no han podido saber exactamente como sucede o porqué los varones, son más susceptibles a éste problema.
Algunos estudiosos sostienen que este trastorno se desarrolla en el período del embarazo y comienza a manifestarse inmediatamente después del parto.
Este síndrome afecta aproximadamente al 5 % de la población, y cabe destacar que en la mayoría de los casos, se presenta en niños en edad escolar.
Se debe tener presente que el TDA no se “pasa” ni se cura; en efecto existe un alto porcentaje de personas que lo poseen y continúan hasta adultos con los síntomas, que se caracterizan por ser variados.
Uno de los más comunes es la Hiperactividad que, en este caso, está estrechamente ligado con la frecuente Impulsibilidad, reflejada, por ejemplo, en la toma de decisiones, en la realización de actividades, juegos, etcétera.
Pero quizás el rasgo mas relevante y significativo de la existencia de un posible déficit de éste tipo, tiene que ver con la falta de atención que se ve reflejada en la escuela con niños que poseen dificultades para mantenerse atentos a la hora de trabajar, organizar sus tareas, o simplemente, en pequeños que parecen no escuchar cuando sus maestros los hablan.
Si bien, como se planteaba anteriormente, este problema no tiene cura, hay personas que presentan a lo largo de su vida cierta mejoría ocasional. Por lo tanto, es aconsejable que quienes presentan este trastorno, reciban los tratamientos adecuados, que consisten generalmente en una buena combinación de psicoterapia y medicamentos que da buenos resultados en un lapso más o menos corto.
Por último, hay que destacar que padecer un TDA, no significa no prestar atención nunca; significa que en muchas ocasiones (tal vez la mayoría), el niño o el adulto está disperso.
Otras veces, puede permanecer concentrado y ser constante en su tarea, pero que sea un problema crónico, no implica que sea un problema siempre presente.-
Gisella Filas

jueves, 17 de abril de 2008

Los medios de Comunicación: Lo público y lo privado… ¿Ético o no?

Describir la realidad es la misión principal de los medios de comunicación. En el ejercicio de esta misión, el periodista debe tratar de buscar la máxima objetividad posible. Debe explicar los hechos de manera transparente tal y como han ocurrido dado que es un mero administrador de un bien ajeno, como es el derecho de los hombres y de las mujeres, a saber qué, cómo y porqué pasa.
En un mundo que es sacudido una y otra vez por la violencia, las empresas de comunicación y los periodistas no pueden permanecer insensibles, fríos, ajenos a lo que sucede y escudarse en la neutralidad absoluta. Es indispensable tomar una postura activa, no a favor de uno u otro actor de los hechos que se den a conocer, sino de ciertos valores universales. Aquí se tiene que apelar a la conciencia ética de los medios y de los periodistas.
En muchas ocasiones no se tiene respeto por los muertos ni por el dolor de sus familiares. Las escenas donde aparecen personas muertas, son publicadas con el único fin de alentar el morbo. Considero que a ninguno de nosotros nos gustaría, seguramente, ver la imagen de alguno de nuestros familiares reproducida miles de veces en la televisión en esas condiciones. Estas son imágenes que convierten en un show lo que es una tragedia.
Según el código de ética, “la imagen corporal humana es parte de la intimidad o de la privacidad de las personas y su uso arbitrario y sin consentimiento del titular, es éticamente injustificable”. En el caso de Personas “públicas” que están ejerciendo en público su función, puede presumirse que el consentimiento para registrar y difundir la imagen corporal está ligado intrínsicamente a ése rol o responsabilidad pública.
El uso y difusión de la imagen corporal de las personas célebres o socialmente públicas, no debe considerarse idéntico al hecho de violar la privacidad de esa persona, pero tienen el derecho a la protección de su vida privada, salvo en casos en que ello pueda tener incidencias sobre la vida pública. El hecho de que una persona ocupe un puesto en la función pública, no le priva del derecho al respeto de su vida privada.
Pero cuando el uso de la imagen es utilizada para comerciar con ella, no solo hay una violación del derecho a la privacidad sino que hay una explotación económica del patrimonio o de la propiedad de otro individuo.
“El comunicador social debe respetar la privacidad de los seres humanos, a menos que la revelación de éstas se haga necesaria en razón de un indudable bien público y no por la mera ‘curiosidad’ o ‘interés’ de grupos de individuos.”

martes, 15 de abril de 2008

Es la televisión: ¿Culpable o inocente de los males de nuestra sociedad?

Abstraídos por una minúscula pantalla, un racimo de adeptos mira un programa de televisón y parece que un objeto de veneración está allí. Sin duda alguna, esa pantalla que emite con igual intensidad: luces, sonidos, imágenes y contenidos, ejerce sobre los espectadores una suerte de embrujo que atrapa.
La televisión cumple con una suerte de dualidad que está al compás del hombre moderno ya que le permite un cierto nomadismo que coincide con su habitual celeridad y dispersión.
El hombre/mujer, en su casa, difícilmente esté totalmente abocado exclusivamente a la mira de la televisión. En efecto, comparte la actividad de espectador con una serie de otras tareas que tienen que ver con su multiplicidad de ocupaciones. En tal sentido, la televisión que atrapa tiene una paradojal característica cual es la de permitir el desplazamiento de su destinatario.
En cuantas casas sino el aparato televisivo cumple un rol supletorio, está encendido simplemente para anular el silencio total o ejercer funciones radiales cuando la simple emisión sonora de sus contenidos ya está cumpliendo parte de su cometido.
Otro elemento que delata esa suerte de libertad ambulatoria que proporciona la telavisión al espectador, es la explosiva mezcla del flipping y el control remoto. Este es otro elemento de "libertad condicional" porque es - la televisión - el alatr de éstos tiempos y que desde su seno, pontifica, catequiza, educa, delata, y nos indica a los televidentes como supuestamente como debemos vivir.

¿Culpable o inocente?

En el afán de lograr la mayor objetividad posible a la hora de juzgar la inocencia o culapabilidad de la televisión, es que recurro a distintos autores, pensadores, críticos, para conocer sus puntos de vista y así poder crear un concepto propio.
Uno de los mas conocidos telecríticos de la actualidad, Giovani Sartori, sostiene que: "La televisión constituye un verdadero peligro para la democracia, ya que la conversión del homo sapiens en homo videns, está cambiando la naturaleza del hombre"; por otra parte el filósofo Francés Jaques Deriva, asegura creer dedicarle demasiado tiempo a mirar televisión y simultáneamente se reprocha no leer ya lo suficiente o no hacer otra cosa. Pero aún así se muestra mucho mas partidario de alcanzar un uso alternativo de la tv.
Por otro lado un periodista español, Guillerno López de Valencia, hizo un estudio sobre un cuento de Jorge Luis Borges - EL ALEPH - donde comparaba al ALEPH con la televisión, asegurando que es básicamente una ventana desde la cual vemos todas las perspectivas, pero que el torrente de información es tan grande que no podemos disfrutarlo, ya que nuestra limitada capacidad intelectiva nos lo impide.
Esto me llevó a internareme en el Aleph de Borges, luego de lo cual se me ocurre pensar que la televisión - donde coincido con el periodista - está perfectamente simbolizada en éste cuento, porque en efecto, el cuento aludido, describe un elemento, en este caso el Aleph como el que contiene en sí a todos los tiempos, a todos los lugares; aludiendo al vértigo, a la infinitud, al punto donde convergen todos los puntos y dice:
"Arribo ahora al inefable centro de mi relato; empieza aquí mi deseperación de escritor. Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten. ¿Cómo transmitir a los otros el infinito Aleph que mi temerosa memoria apenas abarca? Y aquí hace una enmeración de ejemplos que pudieran esbozar el significado del Aleph y continúa: "En ese instante gigantesco, he visto millones de actos deleitables o atroces, ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo punto, sin superposición y sin transaparencia. Lo que vieron mis ojos fué simultáneo, aunque el relato de lo que vi sea sucesivo porque el lenguaje lo es" ..." vi una pequeña esfera... al principio la creí giratoria, luego comprendí que ese moviemiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. Cada cosa era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo..."
¿Porqué me aventuro a realizar tamaña comparación? Primero porque creo que la televisión es la condensación de toda la realidad del universo en un único punto; segundo, porque creo que la televisión no tiene culpas; la televisión solamente resume el universo infinito y vertiginoso que nos acontece.
Este Aleph, este pequeño mundo compactado en una pantalla, nos refleja, muchas veces nos asusta, nos conmueve, nos relativiza comoe especie humana porque lamentablemente nos da cuenta de la intrascendencia de nuestros objetivos, y en gran parte, da cuenta de nuestra peor versión.
La televisión nos habla y nos dice todo lo que ponemos en este universo a consideración. Ese universo contiene nuestros claroscuros, por lo tanto el reflejo no es sino consecuencia de la causa; del objeto multiplicado en la visión.
En tal sentido, y volviendo a la especia que desentraña este escrito, la televisión, desde mi punto de vista, no puede ocupar el rol de culpabilidad, ya que en sí es una expresión social; quizás la más importante de la humanidad.
Hay quienes la sacralizan y quienes la demonizan. Pero una mirada objetiva de la tv indica su neutralidad, su calidad de objeto, cuya culpa estaría dada por su condición de delatora. ¿Porqué? Porque nos denuncia en todos nuestros aspectos mas diversos como género humano.
En una última instancia, la selección de loq ue uno puede ver en el amplísimo mundo que proporcionan hoy los sistemas de televisión por cable, es lo que hace la diferencia, y somos los televidentes quienes tenemos el poder de elegir lo que queremos ver, ya que somos nosotros quienes deicidimos si seguir siendo pasivos ante esa caja boba, o aprovechar sus posibilidades de interacción, utilizando, además de los ojos, nuestro sentido crítico para observar loq ue ocurre en esa pantalla chica.
En fin, la televisón desde mi perspectiva no es la culpable de todos los males de nuestra sociedad, ya que nos muestra en una pequeña pantalla la realidad del mundo en que vivimos.
"Dicen que todo lo que le interesa al público está puesto en pantalla. Eh aquí donde entra en juego nuestra responsabilidad, ya que tenemos en nuestras manos la forma de controlar lo que no nos gusta: cambiando de canal o directamente apagando el televisor."

Gisella Filas

domingo, 13 de abril de 2008

Desventuras del no Fumador

El drama del no fumador es el de toda víctima que no puede defenderse; que no puede superar la culpa o la violencia de reclamarle al fumador que apague su cigarrillo o se vaya a fumar a otra parte de una vez. Se podría decir, que en éste caso, el no fumador tiene dos alternativas: abstenerse por completo de entrar en el 90% de los bares, restaurantes y demás, o exponerse a un grave riesgo para su salud.
Es sabido también que quién se defiende queda injustamente colocado en el odioso papel de mal compañero, intolerante o quisquilloso. Defenderse está mal visto, aunque todos tengan el derecho de no ser enfermados por otros contra su propia voluntad.
¿Dónde quedó eso de que los derechos de un individuo terminan donde comienzan los de los demás?
Hay quienes sostienen que es uno quien debe decidir que es bueno y que es malo para su propia salud, pero también hay que aceptar, de una buena vez, que tirar el humo del cigarrillo en lugares donde respiran todos, es una conducta agresiva e indiferente.
Es por eso que el no fumador necesita que lo protejan; que el poder político no sólo establezca reglas del juego y leyes, sino que, a dos años ya de sancionadas, se las cumpla con decisión y firmeza de una vez por todas.
Esta es la única vía para que la defensa contra la contaminación no decaiga en problemas personales; en un motivo más de discordia, de insolidaridad.
Pero la restricción al cigarrillo no puede ajustarse a dependencias oficiales, porque el mismo problema se presenta en cualquier sitio donde el no fumador, el que no quiere que el tabaco le arruine su salud, debe permanecer. Típicamente, en su lugar de trabajo, donde está obligado a pasar horas y donde tiene el derecho a reclamar aire puro.
Bien sabemos que el tabaquismo es un problema para el que fuma y para el que no fuma, que se ve cercado por el humo ajeno, y la ley antitabáquica no constituye un tratamiento serio del problema y mucho menos se cumple.
Un tratamiento “como la gente” del asunto no sólo debe incluir la prohibición de fumar en lugares de trabajo y en todos los establecimientos hoteleros, bares, restaurantes o boliches, sino que hasta tanto se genere conciencia en las personas de lo nocivo que resulta el tabaco, se deben implementar controles estrictos, ya que todo el mundo debe tener derecho a disfrutar regularmente de dichos establecimientos sin exponerse a un cáncer de pulmón u otros graves problemas de salud.
¿Pero qué hacer cuando los propietarios de estos lugares no respetan nada? ¿Levantarse e irse, o denunciar para hacer valer el derecho a permanecer en lugar libre de humo?
Evidentemente la culpa es de todos; por un lado, importa más que el cliente, fumador, vuelva, consuma, que nadie le diga nada; y por el otro, el conformismo y la resignación del no fumador que toma la posición de irse de un lugar sin reclamar.
Entonces si el gobierno no hace cumplir la ley, como debe ser, la única alternativa que queda es el conflicto, que agrega mas roces a las relaciones entre iguales. ¿Vamos a llegar a eso?
Hay tantas cosas por consumar… pero también hay tantas que defender… tantas que el propio no fumador siente como más urgentes y cuya exigencia no está tan mal mirada por la sociedad, que la defensa contra la agresión del humo quedará para mejor ocasión.
Al no fumador, que sólo piensa en su derecho a la salud, no le interesa impedir el cigarrillo en lugares donde no es una amenaza cierta para los demás. Sólo busca, al igual que la ley antitabaco, ayudar a tomar conciencia de la adicción al cigarrillo, como primer paso, para tratar de revertir ese hábito tan dañino para su salud y para la de los demás.
En fin, la protección del medio ambiente y, por sobre todo, la de nuestra salud, necesaria y lamentablemente, “le pese a quien le pese”, incluye prohibiciones, pero ¡ojo!, no es un culto a la intolerancia sino a la convivencia.

Gisella Filas

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Una ola de violencia sacude a diario de manera invisible y silenciosa las escuelas de todo el país. Entender y tratar el problema a tiempo, es fundamental.

El Bulling, o lo que es lo mismo, el acoso psicológico, moral, y/o físico, llevado a cabo en las escuelas, donde un alumno ejerce un poder sobre otro de un modo sistemático, y con la intención de dañarlo, es un problema preocupante y corriente en éstos tiempos.
Actualmente, la sociedad está siendo azotada por este tipo de violencia, que si bien no es nuevo, se presenta hoy con gran fuerza.
Este es uno de los tantos casos que se viven a diario en todas las escuelas del país, en donde muchos niños y adolescentes sufren constantemente el hostigamiento por parte de sus pares, lo que los lleva a tomar decisiones, muchas veces trágicas.
Las causas de este fenómeno pueden ser muchas; pueden deberse a que la víctima esté acostumbrada a ocupar un lugar de desventaja en su familia, o bien porque se siente incapaz de enfrentarse al poder del Bulling. Las consecuencias, tanto para la víctima como para su agresor, pueden ser devastadoras.
Es evidente que la violencia entre iguales no es algo nuevo o reciente, pero quizás sí ha llegado el momento de dejar de mirar para otro lado; hay que hacer algo, y la razón mas poderosa es que las nuevas generaciones pueden acostumbrase a ver normal esta violencia.
O, ¿es que acaso ya estamos acostumbrados a aceptar la violencia en sus manifestaciones más sutiles y cotidianas?
Por otro lado hay que remarcar que esto no se trata solamente de adolescentes o niños con problemas de conducta o simple rebeldía. Cuando este tipo de episodios son tan frecuentes, cuando hay una víctima que los padece, es necesario indagar en otros aspectos, como ser el rol que cumple ese hijo en la familia, hasta que punto influye la educación, y si son ellos también víctimas de un maltrato.
Hay que empezar a hablar claro de todos esos temas, porque no se trata únicamente de definir un único lugar donde pueda estar el problema, sino de ver que factores impulsan la ola de violencia para que explote en las aulas, en las escuelas, y empezar desde donde le compete a cada uno, a trabajar, ahora, ya.-

Gisella Filas

¡Que comience el Show!

Concentrados frente a una pequeña pantalla, un grupo de televidentes mira un programa de televisión y parece que un objeto de veneración esta allí. Sin duda alguna, esa pantalla que emite con igual intensidad luces, sonidos, imágenes y contenidos, ejerce sobre los espectadores una suerte de embrujo… que nos atrapa.
En esta especie de hechizo que ejerce la televisión, y las distintas fórmulas que utiliza para tal cometido, la audiencia, en algunos casos, comienza a perder la noción entre lo que esta bien y lo que está mal.
En la actualidad es frecuente ver que cada vez son más los que caminan por la vida con una enorme cruz a cuestas y un sueño para cuya realización no existe una persona desinteresada, dispuesta a dar su vida por los demás.
Cada uno anda con su “pequeño” sueño a cuestas, porque las pretensiones soñadoras en este mundo son inversamente proporcionales a la indiferencia ajena. Eh aquí la gran paradoja de la globalización; tan comunicados para entendernos cada vez menos; para no tomarnos nunca un minuto para mirar al otro.
Esto viene a cuenta del ya archifamoso formato televisivo en el cual un desconocido, hombre o mujer, busca la realización de sus sueños de la mano del ego ajeno por medio del baile; y el resultado es el diferencia entre esos pocos que pudieron tener acceso a sus anhelos y aquellos que buscan cumplir un deseo, talvez mucho menor, pero igualmente importante.
Era de esperar que la versión “a la argentina” de Bailando por un Sueño, fuera una verdadera guerra de vanidades. La realidad es un show en donde se ponen a “duelo” las carencias y noblezas, y salir al ruedo, o al “toro” como lo afirma el “prestigioso” jurado, es exponerlas abiertamente.
Los famosos, por su parte, acompañan con sudor y camiseta transpirada el objetivo del anónimo, sin dejar de usar a la televisión, ese monstruo que todo lo devora, para recobrar, en muchos casos, la fama perdida de sus carreras artísticas.
Por lo tanto no es en vano los vaivenes verbales y las oposiciones de intereses personales, ya que con eso se demuestra que quienes ganan verdaderamente son los “famosos” y los productores que recurren a esos enfrentamientos y, al mismo tiempo, a las necesidades ajenas para montar su show. Solo quieren un numerito mas en una medición diaria, llamada “rating”, usando el recurso que sea.
Eh aquí la doble vertiente entre la búsqueda de beneficios por parte de los medios, y la pérdida de visión de una sociedad que se olvida que lo que tanto necesitan esos soñadores deben ser repuestas concretas de otros.
Hoy como futura periodista y consumidora del show business es que confirmo que al fin y al cabo a “bailando”, con más o menos posibilidades, todos van por un sueño; la cuestión sería que la mirada del otro pudiera estar más atenta y que no hagamos el triste juego del “al don pirulero”.

Gisella Filas

El periodismo

De todas las vocaciones del hombre, el periodismo es aquella en la que hay menos lugar para las verdades absolutas. La llama sagrada del periodismo es la duda, la verificación de los datos, la interrogación constante.
Allí donde los documentos parecen instalar una certeza, el periodismo instala siempre una pregunta. Preguntar, indagar, conocer, dudar, confirmar cien veces antes de informar: esos son los verbos capitales de la profesión más arriesgada y más apasionante del mundo.
Algunos jóvenes periodistas no advierten que el periodismo es un oficio extremadamente sensible, donde las mas ligera desviación puede hacer pedazos la confianza que se fue creando en el lector durante años.
Un periodista que conoce a su lector jamás se exhibe. Establece con él desde el principio, lo que se llamaría un pacto de fidelidades: fidelidad a la propia conciencia y fidelidad a la verdad. El periodismo no es un circo para exhibirse, sinó un instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida mas digna y menos injusta.
El periodista no es un policía, ni un censor, ni un fiscal. El periodista es, ante todo, un testigo: acucioso, tenaz, incorruptible, apasionado por la verdad, pero solo un testigo, cuyo poder moral reside justamente en que se sitúa a distancia de los hechos mostrándolos, revelándolos, denunciándolos, sin aceptar ser parte de éstos.
Responder a ése desafío entraña una enorme responsabilidad. Ningún periodista podría cumplir de verdad con esa misión si cada vez, ante la pantalla en blanco de su computadora, no se repitiera: “lo que escribo es lo que soy, y si no soy fiel a mi mismo, no puedo ser fiel a quienes me lean”. Solo de esa fidelidad nace la verdad, y de la verdad, como lo sabemos todos los que estamos aquí, nacen los riesgos de esta profesión que es la más noble del mundo.
Entonces es preciso ponernos a pensar juntos, ponernos a narrar juntos. Lo que va a quedar son nuestras historias, nuestros relatos; es preciso renovar también las utopías que ahora se están apagando en el cansado corazón de los hombres.
Tengo plena certeza de que el periodismo que haremos nosotros será mejor aún del que están haciendo ahora. Indagar, preguntar e informar son los grandes desafíos de siempre. El nuevo desafío es como hacerlo a través de relatos memorables, en los que el destino de un hombre o de unos pocos permita reflejar el destino de muchos o de todos.
Para concluir, solo quiero recordar que el periodismo no es una camisa que uno se pone encima a la hora de ir al trabajo. Es algo que duerme con nosotros, que respira y ama con nuestras mismas vísceras y nuestros mismos sentimientos.
“Aprendamos a construir un periodismo que no se parezca a ningún otro”
Gisella Filas