“Hice una amistad con una persona que odiaba. Yo se lo dije. ‘Flaco te digo la verdad yo con vos tengo una amistad pero te tengo toda la bronca del mundo’”, relató indignado y compungido Ariel Perretta
¿Porqué una persona que ha sido privada de su libertad tiene un sentimiento de afinidad a sus secuestradores?
Pudiera parecer algo contradictorio que alguien que ha sido secuestrado sienta comprensión y simpatía hacia sus captores, pero después de varios años de estudios, muchos psicólogos llegaron a la conclusión de que el síndrome de Estocolmo, es una respuesta emocional que puede manifestar el secuestrado a raíz de la vulnerabilidad y extrema indefensión que produce el cautiverio.
Hay quienes temen que este síndrome sea una enfermedad que se manifiesta en la mayoría de las personas que pasan por un secuestro, lo que irremediablemente genera una gran preocupación en las víctimas y familiares después de la liberación.
Sin embargo, no se trata de un padecimiento, sino sólo de una confusión emocional, pues cuando la víctima es amenazada de muerte por el agresor y éste no ejecuta la acción, el secuestrado experimenta una especie de gratitud, y al mismo tiempo, miedo, sentimientos que le impiden guardar rencor hacia el delincuente.
Se trata de un proceso sobre el cual la víctima no tiene conciencia, es por eso que siente y cree que la actitud del secuestrador es razonable, lo cual de alguna manera le ayuda a no sentir la amenaza de la situación que experimenta.
Por otro lado, hay especialistas en salud mental que afirman que el Síndrome de Estocolmo no solamente se presenta en aquellos que han sido secuestrados.
Establecen que hay personas que por alguna razón son incapaces de huir del sometimiento psicológico por parte de un "captor", que bien puede ser alguno de los padres, esposo o novio.
El ejemplo más típico y predominante de este tipo de problemática es el de muchas mujeres maltratadas por sus parejas, para quienes resulta imposible terminar la relación.
Por increíble que parezca, en estas dos situaciones, se comparte la reacción paradójica de desarrollar un fuerte vínculo de afecto hacia los agresores, e incluso, en situaciones extremas, ayudar a los captores a alcanzar sus fines.
Pero, sea cual sea la causa del Síndrome de Estocolmo, las consecuencias son muy similares.
Muchas personas empiezan a padecer pánico o agorafobia, por miedo a que el episodio se repita, por tanto en los casos de secuestro como en los de violencia doméstica, las víctimas deben someterse a un tratamiento psicológico para poder recuperar su independencia mental, vivir tranquilamente y evitar que los efectos postraumáticos se prolonguen en el tiempo y el patrón del vínculo se repita en situaciones futuras.
“Una situación límite, lleva a cualquier ser humano a recurrir a impensadas formas de preservar su vida: desarrollar lazos de afecto con aquel que lo amenaza, es una de ellas”.-
¿Porqué una persona que ha sido privada de su libertad tiene un sentimiento de afinidad a sus secuestradores?
Pudiera parecer algo contradictorio que alguien que ha sido secuestrado sienta comprensión y simpatía hacia sus captores, pero después de varios años de estudios, muchos psicólogos llegaron a la conclusión de que el síndrome de Estocolmo, es una respuesta emocional que puede manifestar el secuestrado a raíz de la vulnerabilidad y extrema indefensión que produce el cautiverio.
Hay quienes temen que este síndrome sea una enfermedad que se manifiesta en la mayoría de las personas que pasan por un secuestro, lo que irremediablemente genera una gran preocupación en las víctimas y familiares después de la liberación.
Sin embargo, no se trata de un padecimiento, sino sólo de una confusión emocional, pues cuando la víctima es amenazada de muerte por el agresor y éste no ejecuta la acción, el secuestrado experimenta una especie de gratitud, y al mismo tiempo, miedo, sentimientos que le impiden guardar rencor hacia el delincuente.
Se trata de un proceso sobre el cual la víctima no tiene conciencia, es por eso que siente y cree que la actitud del secuestrador es razonable, lo cual de alguna manera le ayuda a no sentir la amenaza de la situación que experimenta.
Por otro lado, hay especialistas en salud mental que afirman que el Síndrome de Estocolmo no solamente se presenta en aquellos que han sido secuestrados.
Establecen que hay personas que por alguna razón son incapaces de huir del sometimiento psicológico por parte de un "captor", que bien puede ser alguno de los padres, esposo o novio.
El ejemplo más típico y predominante de este tipo de problemática es el de muchas mujeres maltratadas por sus parejas, para quienes resulta imposible terminar la relación.
Por increíble que parezca, en estas dos situaciones, se comparte la reacción paradójica de desarrollar un fuerte vínculo de afecto hacia los agresores, e incluso, en situaciones extremas, ayudar a los captores a alcanzar sus fines.
Pero, sea cual sea la causa del Síndrome de Estocolmo, las consecuencias son muy similares.
Muchas personas empiezan a padecer pánico o agorafobia, por miedo a que el episodio se repita, por tanto en los casos de secuestro como en los de violencia doméstica, las víctimas deben someterse a un tratamiento psicológico para poder recuperar su independencia mental, vivir tranquilamente y evitar que los efectos postraumáticos se prolonguen en el tiempo y el patrón del vínculo se repita en situaciones futuras.
“Una situación límite, lleva a cualquier ser humano a recurrir a impensadas formas de preservar su vida: desarrollar lazos de afecto con aquel que lo amenaza, es una de ellas”.-
Gisella Filas