domingo, 13 de abril de 2008

El periodismo

De todas las vocaciones del hombre, el periodismo es aquella en la que hay menos lugar para las verdades absolutas. La llama sagrada del periodismo es la duda, la verificación de los datos, la interrogación constante.
Allí donde los documentos parecen instalar una certeza, el periodismo instala siempre una pregunta. Preguntar, indagar, conocer, dudar, confirmar cien veces antes de informar: esos son los verbos capitales de la profesión más arriesgada y más apasionante del mundo.
Algunos jóvenes periodistas no advierten que el periodismo es un oficio extremadamente sensible, donde las mas ligera desviación puede hacer pedazos la confianza que se fue creando en el lector durante años.
Un periodista que conoce a su lector jamás se exhibe. Establece con él desde el principio, lo que se llamaría un pacto de fidelidades: fidelidad a la propia conciencia y fidelidad a la verdad. El periodismo no es un circo para exhibirse, sinó un instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida mas digna y menos injusta.
El periodista no es un policía, ni un censor, ni un fiscal. El periodista es, ante todo, un testigo: acucioso, tenaz, incorruptible, apasionado por la verdad, pero solo un testigo, cuyo poder moral reside justamente en que se sitúa a distancia de los hechos mostrándolos, revelándolos, denunciándolos, sin aceptar ser parte de éstos.
Responder a ése desafío entraña una enorme responsabilidad. Ningún periodista podría cumplir de verdad con esa misión si cada vez, ante la pantalla en blanco de su computadora, no se repitiera: “lo que escribo es lo que soy, y si no soy fiel a mi mismo, no puedo ser fiel a quienes me lean”. Solo de esa fidelidad nace la verdad, y de la verdad, como lo sabemos todos los que estamos aquí, nacen los riesgos de esta profesión que es la más noble del mundo.
Entonces es preciso ponernos a pensar juntos, ponernos a narrar juntos. Lo que va a quedar son nuestras historias, nuestros relatos; es preciso renovar también las utopías que ahora se están apagando en el cansado corazón de los hombres.
Tengo plena certeza de que el periodismo que haremos nosotros será mejor aún del que están haciendo ahora. Indagar, preguntar e informar son los grandes desafíos de siempre. El nuevo desafío es como hacerlo a través de relatos memorables, en los que el destino de un hombre o de unos pocos permita reflejar el destino de muchos o de todos.
Para concluir, solo quiero recordar que el periodismo no es una camisa que uno se pone encima a la hora de ir al trabajo. Es algo que duerme con nosotros, que respira y ama con nuestras mismas vísceras y nuestros mismos sentimientos.
“Aprendamos a construir un periodismo que no se parezca a ningún otro”
Gisella Filas

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